Hay bandas que no necesitas entender para conectar. Solo las escuchas y algo adentro hace clic.
Eso pasó con Huesos de Tejón, una de esas joyas que aparecen de pronto, te sacuden bonito y te recuerdan por qué la música sigue siendo refugio, escape y desahogo todo al mismo tiempo.

Su sonido no es complaciente, pero sí profundamente emocional, propio, con carácter y una búsqueda intensa por su propio sello. Distorsiones que construyen un muro y luego lo desarman en arpegios suaves; letras que no buscan respuestas, pero abren espacio para las preguntas correctas. Su música tiene alma, y eso se nota desde el primer track.
Desde su primer álbum, Meles Meles, quedó claro que la banda no le teme a los temas densos: el fin del mundo, la soledad, la muerte, la pérdida de sentido. Todo esto narrado desde un lugar surreal y poético, sin caer en el drama forzado. En su segundo disco, Mellivora, esa intensidad se multiplica: el sonido se vuelve más crudo, más abrasivo, más visceral. Pero también más libre.
No todo el ruido viene del caos; a veces viene del amor por la música
Originarios de Guadalajara, Huesos de Tejón ha ido armando una identidad con carácter. En vivo, son una experiencia. Recientemente tuvieron un show muy exitoso en GDL y una presentación única en CDMX que dejó claro que su propuesta no es solo de estudio: es de cuerpo completo.
Su sencillo “Perros” fue reconocido dentro de las 100 mejores canciones jaliscienses de 2023 por CIEN.MX y Dark Impala nombró Mellivora como uno de los lanzamientos emergentes más relevantes del año. Todo esto respaldado por una propuesta visual bien pensada, con videoclips dirigidos por cineastas tapatíos emergentes.
En Roomers nos emociona encontrar bandas así: con identidad, con fondo y con esa intensidad rara que no se inventa.
Si todavía no los escuchas, este es el momento perfecto para hacerlo.
